China ha conseguido infiltrarse de manera efectiva durante los últimos años en los sistemas informáticos de decenas de empresas de todo el mundo, muchas de ellas referentes del sector de la tecnología, como Amazon o Apple, a través del uso de un microchip. Una vulnerabilidad que ha sido posible gracias a un elaborado plan ejecutado desde el país asiático en las cadenas de producción de los proveedores de Super Micro Computer (Supremicro), una de las principales empresas distribuidoras de placas base para servidores a nivel mundial.

Lo revela en exclusiva Bloomberg Businessweek tras una investigación, aún en curso, comenzada por el gobierno de Estados Unidos en 2015, cuando se comenzaron a detectar las anomalías en los placas base de servidores de Elemental Technologies, una compañía adquirida posteriormente ese año por Amazon para su plataforma AWS (Amazon Web Services). Desde entonces, y según las fuentes recabadas por el citado medio, que abarcan tanto investigadores independientes como individuos del propio Gobierno, se han ido descubriendo las implicaciones, cada vez mayores, de lo que parece una operación a gran escala orquestada desde el núcleo de China.

Tan pequeño como un grano de arroz
El quid de la cuestión se encuentra en un diminuto chip, del tamaño de la punta de un lapicero o de unas dimensiones tan reducidas como las de un grano de arroz, aproximadamente. Al contrario que otras técnicas de ciberataque e infiltración en equipos ajenos, la problemática que presentan los millones de servidores provistos por Supermicro alrededor del mundo –en 2014 Apple adquirió 10.000 de esos servidores para instalarlos en 19 localizaciones alrededor del mundo, por ejemplo– es que la implantación del chip se hacía directamente en el proceso de ensamblaje en las fábricas, complicadando notablemente su posible detección.

“Algunos de los chips se construyeron para que parecieran receptores de señal, e incorporaron memoria, capacidad de conexión a la red y suficiente capacidad de procesamiento para un ataque”, aseguran los descubridores. Con estos pequeños dispositivos implantados en las placas base, eran enviados a Supermicro, que se encargaba (y encarga) de venderlos a diferentes compañías –en 2015 su cartera se extendía a más de 900 clientes en 100 países de todo el mundo–. Una vez en los servidores, los microchips eran capaces de realizar modificaciones en las operaciones de estos y ser controlados de manera externa por los atacantes.

La acción pertenece presuntamente a un grupo del Ejército Popular de Liberación, el ejército nacional de la República Popular China, atañendo de manera directa al Gobierno del país, cuyas tensiones con Estados Unidos y su vocación por controlar internet y las comunicaciones son de sobra conocidas. Según un antiguo trabajador del cuerpo de Inteligencia de Estados Unidos, la importancia de este ataque o acción conjunta viene dada por el papel de Supermicro en el mercado internacional, lo cual eleva el rango de afectados exponencialmente.

(alt1040.com)