Los científicos dilucidaron cómo esconder una dosis de insulina dentro de una píldora del tamaño de un guisante y crearon un dispositivo ingerible, inspirado en el caparazón de una tortuga, que puede inyectar medicamentos desde el interior del estómago.
Los pacientes suelen preferir el tratamiento oral, y lo llevan a cabo mejor, pero muchos compuestos, incluida la insulina para la diabetes, no pueden sobrevivir la dura travesía a través del sistema digestivo.
Hasta el momento el nuevo invento, reportado el jueves por un equipo de investigación dirigido por elInstituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), solo se ha probado en animales.
Hasta el momento el nuevo invento, reportado el jueves por un equipo de investigación dirigido por elInstituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), solo se ha probado en animales.
“Es como un lanzador de cohetes en miniatura” para la insulina, dijo Willem Mulder, del Instituto de Imagenología Traslacional y Molecular Mount Sinaí, quien no estuvo involucrado en la nueva investigación.
Desde hace décadas los científicos intentan desarrollar insulina oral para reemplazar al menos algunas de las inyecciones diarias que muchos diabéticos necesitan. Los intentos incluyen formas para proteger a la insulina de la descomposición digestiva y luego ayudarla a
ser absorbida a través del intestino hacia el flujo sanguíneo. Hasta ahora no se ha comercializado nada, aunque se están realizando pruebas en algunos candidatos a los que se observa muy de cerca.
Una inyección ingerible podría superar los peligros de ese viaje y permitir que la insulina se absorba a través de la pared estomacal, dijo el doctor Giovanni Traverso, gastroenterólogo del Hospital Brigham y de la Mujer en Boston y autor del estudio.
“La forma en que esto funciona es que baja por el esófago en segundos, está en el estómago en minutos y luego recibes el medicamento”, dijo Traverso, quien trabajó con un equipo del laboratorio de Robert Langer, quien labora como inventor en el MIT, y el productor de insulina Novo Nordisk.
El primer reto: cómo asegurar que el dispositivo llegue a donde pueda acceder al lugar correcto, incluso cuando alguien está moviéndose. Los investigadores recurrieron a la naturaleza para inspirarse.
(vanguardia.com.mx)