Mérida, Yucatán.- Con determinación, propiedad y pasión, la solista Shari Mason resolvió las dificultades técnicas del más difícil de los conciertos para violín, el de Tchaikovsky, y llevó la música al alma de los presentes que le tributaron al final uno de los aplausos más intensos escuchados en el Teatro Peón Contreras.

Con la Orquesta Sinfónica de Yucatán (OSY) y el maestro Juan Carlos Lomónaco en la batuta, la violinista mexicana mostró las cualidades que le permiten ser actualmente la concertino de las orquestas Sinfónica Nacional y Sinfónica de Minería, al tocar durante 33 minutos las interminables notas del repertorio.

Con enérgicos movimientos, pero también con sutileza, Shari Mason sacó de su instrumento melodías prístinas, llenas de pasión y arrojo que son propias de los tres movimientos del Concierto para Violín y Orquesta opus 35 del más romántico de los compositores rusos.

En el escenario, la concertista resolvió sin problemas la ejecución ameritada, considerada tras su creación en 1878 por violinistas como una obra imposible de tocar por las dificultades técnicas que entraña.

El público quedó atónito ante la andanada de arcadas y zigzagueante fraseo de su mano izquierda de Shari Mason en el brazo de su violín, desplegados en tres movimientos, Allegro moderato; Canzonetta: andante y Finale: allegro vivacissimo

Con su prolongado aplauso y ovaciones a la concertista invitada, el público refrendó que la obra de Tchaikovsky es una de las más aclamadas del género de los conciertos para violín, junto con los de Beethoven, Brahms, Sibelius y Mendelssohn.

La Orquesta Sinfónica de Yucatán fue perjudicada en su concierto del viernes pasado por la interrupción del fluido eléctrico en la Península de Yucatán. Pasadas las 22:00 horas, el Peón Contreras quedó en tinieblas, pero minutos después, con la operación de la planta propia, reanudó la música.

En el desarrollo del noveno programa de la temporada dedicado a compositores rusos, la OSY evocó las brujas en la fantasía musical Una noche en la árida montaña, de Modesto Mussorgsky, misma que fue llevada al cine por Walt Disney en la inolvidable “Fantasía”, cuya música fue interpretada por la Filarmónica de Filadelfia dirigida por Leopold Stokowsky .

El propio compositor describe con su música la aparición de Chernabog (Satanás, según la partitura derivada de un cuento de Nikolái Gógol), que en la pantalla de cine describe a un imponente demonio en forma de montaña que abre sus alas y deja asomar sus ojos siniestros.

La música alude a un aquelarre, conforme el cuento del escritor Gogol, en el Monte Pelado, cerca de Kiev en la Noche de San Juan (equivalente a la Noche de Walpurgis o Noche de Brujas en Europa), tal como lo hicieron Saint Saens en “Danza Macabra” o Manuel de Falla en “El amor brujo”.

La cereza del pastel correspondió a La Suite El pájaro de fuego de Igor Stravinsky (1882-1971), uno de los grandes revolucionarios de la música del siglo XX, cuya composición está inspirada en un cuento popular ruso sobre el mítico animal cuyas plumas mágicas derivaron en la liberación de princesas y caballeros cautivos.

La suite, revisada por el compositor en tres ocasiones, en 1991, 1919, hasta dejarla en la versión final de 1945, representa al ave fénix, un símbolo prominente de la regeneración en ese tiempo de agitación en todas las artes en Rusia.

Con este concierto, la OSY dio un paso adelante en su consolidación como institución cultural del estado, pese a ser afectado con recortes presupuestales.

(Jesús Mejía)