Por Adela Mac Swiney González

Valladolid, España.- Considerado como uno de los documentalistas más sólidos de América Latina, el mexicano Everardo González trabaja ya en un nuevo proyecto sobre el tráfico de armas y su encuentro con los adolescentes, el cual podría empezar a filmar en febrero del año próximo. González es miembro del jurado de la Sección “Tiempo de Historia” de la 64 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).

A dos años de haber ganado el premio Amnistía Internacional en la Berlinale y el primer lugar en “Tiempo de Historia” de la Seminci con “La libertad del diablo” sobre el fenómeno de la violencia en México en el siglo XXI, el cineasta ahora trabaja en el tema de cómo llegan las armas a las manos de los adolescentes, “un proyecto sobre el que México al igual que El Salvador, al igual que Colombia, Brasil, Honduras, son sociedades que empiezan a temer a sus hijos, a niños de diez años, que para mi ya es lo peor que nos podía pasar”.

En entrevista sostuvo que el documental estará centrado básicamente en la realidad de México y aunque se trata de un proyecto todavía, ya lleva dos años trabajando en él y si todo camina bien empezará a filmar en febrero del siguiente año y en un año y medio más podría estarse presentando.

Al cumplirse dos años de “La libertad del diablo”, González apuntó que ha reflexionado sobre muchas cosas. “México está cambiando, eso evidentemente, pero no veo que estén cambiando mucho las causas que provocan la violencia institucional, que la violencia yo creo que no va a parar nunca, es una condición en el hombre pero sí podría parar la institucional”.

“Yo escucho mucho discurso, se ve que se quiere atacar las causas, pero yo soy de los que creo que hemos perdido por lo menos cuatro generaciones de jóvenes en México, entonces tendremos que esperar cuatro generaciones para empezar a ver qué va a cambiar, ahora es muy pronto, es muy difícil”, indicó y agregó que pervive lo que plantea en esa película y que es como el miedo también obliga a la obediencia, como eso es una herramienta para desestabilizar cosas, para hacer que se cuestione siempre con el ejercicio de la violencia o con el ejercicio del poder en contra de otro.

Por lo tanto, manifestó que ve que las cosas siguen igual, sin grandes cambios “y de hecho es increíble, esa película es algo que yo quería hacer hace unos diez años y no perdió vigencia, no dejó de ocurrir, porque mientras no cambien las políticas en torno a la legalización, mientras no se frene el tráfico de armas de Estados Unidos a México o mientras eso sea un gran negocio, mientras no tengamos políticas sociales que incluya a todos, mientras sigamos siendo vecinos, y eso va a ser así, del país más consumista del mundo, eso no va a cambiar”.

González se formó en el mundo del periodismo y de las ciencias sociales y de ahí se derivan los temas que le interesan: la relación del crimen con el Estado, el trabajo, pero más que el trabajo, las posiciones que discuten lo moral por ejemplo socialmente y es alguien que trabaja mucho con el testimonio, con la palabra.

“Si pudiera definirme quizá sería en eso, yo soporto mucho sobre la palabra, sobre lo que se cuenta y procuro ser lo más narrativo posible porque soy de la idea de que si de por sí nadie quiere ver los documentales para qué los hago más encriptados, no tendrían salida, pueden ser muy aplaudidos en tres eventos pero después no tienen ningún tipo de salida y a mí me interesa seguir haciéndolos”, recalcó.

Realizando documentales desde 1992, consideró que es su género y que no le interesa hacer ficción, aunque está consciente de que nunca va a ser un género muy popular. “También yo creo que iría un poco en contra de su naturaleza, claro que hay muchas más miradas, muchas más opciones, el mercado se abrió un poco pero no tiene porque ser un cine hiperpopular, creo que sería una contradicción del propio género, además de que normalmente es un género incómodo”, abundó..

Sobre su experiencia como jurado de la sección “Tiempo de historia” de la Seminci, explicó que ha visto documentales de Asia, de Europa, de América, lo que le ha permitido identificar diferentes escuelas de este género en el mundo, ver que hay apuestas mucho más arriesgadas en ciertos países que en otros y ha sido un termómetro de cómo está el estado del documental a nivel global.