Mérida, Yucatán.- El ya tradicional muñeco de Año Viejo más grande de Yucatán está listo para despedir 2019 y, al mismo tiempo, encender el recuerdo del pequeño Irmin.

Porque la historia de esta tradición de Acanceh, municipio que destaca gracias al Viacrucis viviente, tiene su origen en un deseo infantil que, involuntariamente, se convirtió en póstumo.

El “viejo” gigante – de pie roza los 6 metros de altura- es una suerte de manda, pero también de homenaje para Irmin Gaspar Guerrero Dzul, quien falleció hace exactamente 10 años, víctima de la epidemia de influenza A-H1N1.

Meses antes de la tragedia, precisamente para los festejos decembrinos, Irmin le pidió a su padre, Julián, que le prometiera que confeccionarían el “viejo” -así se le llama al muñeco- más grande del pueblo.

Irmin no llegó a la siguiente Navidad.

Con el alma hecha pedazos, Julián decidió construir el muñeco para cumplir la promesa aquel lejano 2009, al apagarse la última llama del “viejo” se encendió el fuego de una tradición anual.

Aunque el muñeco ha cambiado en dimensiones -ha “crecido”- y características -está “articulado”-, la motivación es la misma… y el recuerdo también.

Durante algunos años, el muñeco fue trasladado a Mérida para ser exhibido en el patio central de hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) “Ignacio García Téllez”, popularmente conocido como “T-1”. Sin embargo, en 2018 esto ya no fue posible.

Para este año 2019, el “viejo” tampoco llegará a la capital, pero mantendrá la tradición de “asolearse” en su “natal” Acanceh, hoy sábado y mañana domingo, a unas cuadras de la Plaza Principal, y el lunes 30 y martes 31 de diciembre en el restaurante “Nich”, propiedad de Julián y su esposa Martha Dzul.

La noche del Año Viejo, el muñeco recorrerá, en un vehículo, varias calles de la población en su camino al cadalso, en medio de la lluvia de dulces y la expectación de muchos pobladores que esperan ese último momento lleno de gozo y nostalgia.