Mérida, Yucatán.- Ante la llegada del equinoccio de primavera y con ello el multitudinario arribo de visitantes a las zonas arqueológicas de Chichén Itzá y de Dzibilchaltún, entre otras, el experto en arqueoastronomía, Orlando Casares Contreras, reiteró que es un mito creer que los antiguos mayas asociaban esta fecha con el descenso de la serpiente Kukulcán.
El estudioso de los conocimientos de astronomía de los antiguos mayas sostuvo la tesis de que los pobladores de Chichén Itzá no reconocían el fenómeno de luz y sombra en la pirámide de El Castillo como la llegada del equinoccio.
Es una creencia popular que inició en los años sesentas y setentas del siglo pasado y que se fue haciendo popular hasta convertirse en una especie de circo, en el que la gente va supuestamente a “cargarse de energía”, remarcó durante su participación en un reciente ciclo de conferencias sobre el próximo eclipse de 2023.
Como miembro investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) planteó que el equinoccio es prácticamente inexistente en los códices, estelas y registros astronómicos de los mayas antiguos.
No figura y ni está relacionado con los ciclos agrícolas de los antiguos y actuales mayas, y casi no hay anotación alguna en los calendarios prehispánicos de Mesoamérica, y tampoco existen testimonios históricos y es escasamente retomado en los estudios de arqueoastronomía, apuntó.
Contra lo que se piensa, esa fecha no regía la vida y cosmovisión de los mayas, insistió Casares Contreras, quien fue más allá al señalar que el descenso de Kukulkán no sólo sucede dos ocasiones al año, en los equinoccios de primavera y otoño, sino que también ocurre en otras fechas.
Prueba de lo anterior, añadió, son las diversas fotografías del fenómeno de luz y sombra de la serpiente tomadas por otra investigadora del INAH, Ligia Aguilar Salazar, los días 9 de marzo a las 16:24 horas, 19 de marzo a las 16:47 horas, 21 de marzo a las 17:13 horas y el 26 de marzo a las 15:13 horas.
El especialista del INAH recalcó que la proyección de luz y sombra de los triángulos que forman el cuerpo de la serpiente se da en distintas épocas del año, en unos casos cuatro, otros cinco, siete o los nueve triángulos en total y lo mismo ocurre con la pirámide facsímil que se encuentra en la ciudad maya de Mayapán.
Como antecedente de este mito, mencionó que la fotógrafa Laura Gilpin publicó en 1932 su libro “Temples en Yucatán”, en cuya portada aparece la imagen del fenómeno de luz y sombra de El Castillo sin asociarlo al equinoccio de primavera.
En los años sesentas un abogado mexicano tomó fotografías de El Castillo que relacionó con el equinoccio y que hoy representa un atractivo turístico que cada año concentra a mucha gente el 21 de marzo en zonas prehispánicas.
El INAH en Yucatán informó que los días 20 y 21 Chichén Itzá estará abierto de 15:30 a 16:15 para quienes deseen presenciar el contraste de luz y sombra, lo mismo en Dzibilchaltun de 6:00 a 6:20 horas. Sin embargo, las condiciones de cielo nublado con motivo de la presencia estacionaria del frente frío número 41 en Yucatán podrían causar decepción entre los visitantes.
Casares Contreras resaltó, en cambio, que la pirámide El Castillo o de Kukulcán y la estructura de las Siete Muñecas en Dzibilchaltun sí registraban los ciclos agrícolas y asociaban la deidad de la serpiente Kukulcán con las fuentes de agua para el comienzo de los cultivos y el levantamiento de las cosechas.
Afirmó que en diversas fuentes como códices y testimonios coloniales, incluso el mismo Popul Vuh asocia la serpiente Kukulcán (con el nombre de “Quq umatz”) con elementos acuáticos, Venus y la llegada de las lluvias tan importantes para los ciclos agrícolas y la supervivencia.
El templo de Kukulcán en la ciudad de los itzaes, reafirmó el arqueólogo, es un monumento al tiempo, el calendario de piedra más grande hecho por la humanidad.
(LectorMx)