Mérida, Yucatán.- El eclipse total de Luna se observó sin interrupción alguna en Yucatán, pues el cielo permaneció despejado, en tanto que las redes sociales dieron seguimiento instantáneo al suceso.

En diversas poblaciones del interior del estado aún prevalecen costumbres relacionadas con este tipo de eventos naturales, las cuales establecen que la Luna es devorada por cierta especie de hormiga, las embarazadas no deben de observar el eclipse, para evitar problemas de la piel, así como el hacer ruido para “espantar” al que “se come al satélite natural.

En la etapa total del fenómeno, conocida popularmente como “Luna roja”, la luz del Sol –que pasa por la atmósfera de la Tierra– se separa en colores y se “dobla” un poco, y la parte roja de la luz se enfoca sobre el satélite, por lo que se ilumina con tonos cobrizos.

El acontecimiento consumió poco más de una hora, hasta que el satélite natural principió su salida de la sombra de la Tierra.

El eclipse sucede cuando hay una alineación precisa entre el Sol, la Tierra y la Luna. Como resultado, se forman dos conos de sombra dirigidos hacia la Luna, ya que la Tierra bloquea la luz del Sol. El cono interno se llama umbra y el externo, más grande, penumbra.

Cuando la Luna comienza a entrar en la penumbra, inicia el eclipse. Una vez que queda completamente cubierta por la umbra, adquiere un color rojizo, justo en el eclipse total.

En su recorrido sale de la umbra y vuelve a entrar en la penumbra, lo que marca el fin del fenómeno natural, el cual por milenios ha asombrado a todas las culturas del mundo.

Costumbres
Bajo antiguas creencias que prevalecen, transmitidas entre generaciones, el eclipse lunar es visto como una batalla entre la Luna y las hormigas Chacwayalkab, que intentaban devorarla.

Para evitar que el satélite sea devorado, la población participa para espantar a estos insectos.

Por ende, se hacen sonar caracoles, campanas, latas y disparos al aire y toda clase de ruido formaban parte del ritual para que la luna pudiera recuperar su brillo.

Asimismo, se advertía a las mujeres embarazadas que no debían rascarse durante el eclipse, pues se creía que esto podía causar una marca de nacimiento en el bebé, conocida como “chivaluna”.

La sonora acción cubre todo el eclipse, y cuando la Luna lograba vencer y la oscuridad desaparecía, el pueblo volvía a la calma, convencido de haber contribuido a restaurar el equilibrio de la naturaleza.

El siguiente de ese tipo ocurrirá el 3 de marzo de 2026.

Fotos: Astrónomo Eddie Salazar Gamboa

(Didier Madera)