Mérida, Yucatán.- Solemos decir que las matemáticas son exactas pero no lo son y los seres humanos tendemos más a “redondear” las cifras para hacerlas más fáciles de asimilar o recordar, por lo que no es extraño que ignoremos que las 4 estaciones del año no duran lo mismo.

Esto viene a colación porque estamos en la antesala del inicio del verano, la segunda estación del año y, al menos hasta antes de 2020, una temporada que asociamos con vacaciones escolares y, por qué no, con playa, sol y calor.

Pero desconocemos que, de las 4, esta es la estación más larga, aún cuando caigamos en la cuenta de que 365 días (este año tiene 366, o sea, es bisiesto) no es un número par y que si lo dividimos entre 4 el resultado no será exacto. Aún con ese dato, siempre pensaremos que cada estación tiene el mismo valor, a saber: 91.25 días (91.5 en 2020 por ser bisiesto) pero nunca que el verano es más largo que las otras tres.

El astrónomo yucateco, Eddie Salazar Gamboa, explica que, debido a que el eje de la Tierra tiene un desplazamiento, la duración de las estaciones varía, y nos ofrece estos datos significativos entre el año 0 (cero) y el 2020:

El también catedrático del Instituto Tecnológico de Mérida (ITM) explica que el movimiento del planeta que, entre otros fenómenos, hace variable el tiempo que dura cada estación, no significa que la Tierra irremediablemente se esté inclinando cada vez más. En realidad, se inclina, pero vuelve a “enderezarse”, sólo que este ciclo (llamado de Milankovic) de “sube” y “baja” dura 40 mil años (44 mil según los cálculos de Eddie Salazar) y esto es lo que va “provocando” que dos estaciones “aumenten” y dos disminuyan en días. Como actualmente vamos “de regreso” en este ciclo, las que suman días son verano y otoño y las que disminuyen son invierno y primavera.

Actualmente, el eje de rotación de la Tierra se ubica en 23 grados, 26 minutos, 14 segundos, y el astrónomo yucateco reitera la importancia de estos números que pueden no significar mucho para los mortales; según el astrónomo no se trata sólo de una medición para los especialistas, porque también tienen un impacto en la vida cotidiana; por ejemplo, muchas celebraciones religiosas se basan en estos valores; sólo basta decir que, apenas tres días después (este año son 4 días, por ser bisiesto) del solsticio de verano se celebra la Noche de San Juan, el profeta que predijo la llegada de Jesucristo y que nació exactamente seis meses antes que el Nazareno.

Para Salazar Gamboa no es casualidad que el día más largo del año, el que tiene más luz solar, y en el que el astro rey alcanza su máxima posición al Norte, casi coincida con la fecha de nacimiento de San Juan, como tampoco lo es que el solsticio de invierno esté muy pegado a la fecha de nacimiento de Jesucristo.

Para reforzar su idea, el astrónomo muestra otra coincidencia en números, y que tiene que ver precisamente con el eje de rotación de la Tierra: en el año 0 (cero), es decir, el del nacimiento de Jesucristo, el eje de rotación del planeta se encontraba en 23 grados 68 minutos. Si juntamos estas cifras y “hacemos” un sólo número queda 2368. En el griego, cada letra tiene un valor y si sumamos las que tiene el nombre “Jesucristo” (“Iisoús” y “Christós”) tienen los valores 888 y 1480, es decir, 2368.