Por: María del Mar Boeta

Mérida, Yucatán.- Al subir las blancas escaleras del segundo piso del Centro Cultural Olimpo una duda embarga la mente: ¿Qué es lo que veremos en la sala de exposiciones Fernando Espejo? ¿Qué es lo que trajo el Museo Soumaya a Mérida?

“Gibrán, el profeta” es el nombre de la muestra que engalanará hasta abril el Centro Histórico de Mérida. Sabemos que este hombre, escritor, pintor, un vanguardista de su tiempo, dejó una huella que ya pasó la prueba de tiempo en el mundo.

Ante la inminencia de su muerte, Gibran Kahlil Gibran, “Gibran el Profeta”, aseguró: “No habléis de mi partida con lágrimas en la voz; cerrad más bien los ojos y me veréis entre vosotros, hoy y mañana”. El mundo obedeció y durante un par de meses estarán a disposición de yucatecos y visitantes lo que sí, es una exposición, pero realmente es un camino por las distintas etapas de su vida.

Obligado a abandonar su natal Líbano a fines del siglo XIX porque la crisis económica de su familia- una malversación de fondos en la que estuvo implicado su padre fue una de las causas-anduvo de errante por Europa y Estados Unidos formándose el ser humano que dejó huella.

Óleos, dibujos, manuscritos y objetos del poeta y escritor libanés Gibrán Khalil Gibrán. Porque al ingresar a la sala de exhibición y leer sus frases , admirar sus pinturas, observar sus objetos personales, fotografías, cuadernos grabados con su propia letra y sillones, pero especialmente, su lírica, sabemos que estamos frente a un ser humano ordinario que hizo de su experiencia algo extraordinario.

En cada cita, aunque aborda temas como el amor, la maternidad, la mujer, la vida, se refleja un alma sumamente sensible que, tal vez, no dejaba de añorar la primera vida, esa que existía antes del exilio obligatorio. No hay complicación en sus frases ni complejidad en sus pinturas, simplemente es el espejo de todos aquellos que se ven obligados a alejarse sin fecha de retorno de lo amado y que no abandonan la esperanza de regresar alguna vez. No importa si es el terruño, la persona amada, el trabajo del que pocos nos enamoramos…

La política no puede estar a un lado, desde luego. “¿Es el político que pide lo que su país puede hacer por usted o un ser apasionado que se pregunta qué puede hacer usted por su país”. Así lo escribió Gibrán El Profeta , haciendo referencia al Medio Oriente aunque sus palabras no son lejanas de nuestro Occidente del siglo XXI.

El sentido que toma Gibrán invita a reconsiderar los valores, hábitos y costumbres de la sociedad, llevándonos a pensar menos en un sentido individualista y más empático con todos los seres humanos. Demostrando, una vez más, que la nacionalidad no importa cuando nos importa lo que nos rodea. En las paredes del Olimpo, recibimos una valiosa lección de vida. “Gibrán, el Profeta” está abierto al público hasta el 17 de abril.