Mérida, Yucatán.- La élite henequenera de Yucatán y la élite industrial de Nuevo León han definido el desarrollo socioeconómico y político de sus entidades según su relación y colaboración con las autoridades del centro de México.
En el siglo XIX tuvieron en común una relativa autonomía del gobierno encabezado por Porfirio Díaz, sin embargo, después de la Revolución Mexicana de 1910 y la implantación del constitucionalismo comenzaron a surgir diferencias que marcaron el desarrollo económico de ambos estados.
Lo anterior forma parte de la investigación “Élites y Desigualdad Regional: los casos de Yucatán y Nuevo León” que hoy presentó Dulce María Sauri Riancho para optar al título de Doctora en Historia. El evento académico fue abierto al público y asistieron personajes de la política local, empresarios y familiares.
Gracias al trabajo de Sauri Riancho podemos ver que un elemento de diferenciación entre las élites de Nuevo León y Yucatán en el siglo XX fue que en la primera, encabezada por el general Bernardo Reyes, no estuvo interesada en participar en el excedente generado por las actividades económicas en expansión y la élite henequenera , con Olegario Molina como representante, se transformó en oligarquía cuando logro unir sus intereses económicos a los correspondientes al sistema porfirista. Un ejemplo concreto es la creación del territorio federal de Quintana Roo, reducto de los rebeldes de la Guerra de Castas, por la aceptación de la incapacidad del gobierno local para controlarlo y que les valió concesiones forestales.
En el estado norteño la separación del interés de las élites empresariales con el gobierno dio como resultado una cesión política favorable a los intereses de la región en su conjunto; en Yucatán se impusieron los intereses de un gobierno decantado a favor de un pequeño grupo.
Otro elemento de diferenciación es la actitud respecto a la disposición de tropas locales destinadas a participar en intervenciones militares en otras partes del país una vez establecido el constitucionalismo Por otro lado, la élite industrial de Nuevo León encabezada por el general Bernardo Reyes no estuvo interesado en participar en el excedente generado por las actividades económicas en expansión y la élite henequenera , con Olegario Molina como representante, se transformó en oligarquía cuando logro unir sus intereses económicos a los correspondientes al sistema porfirista.
“La negativa para trasladar el Batallón Cepeda Peraza a Veracruz fue el detonante del rompimiento con el constitucionalismo y una de las causas del movimiento soberanista encabezado por el gobernador Abel Ortiz Argumedo en 1915”, indica Sauri Riancho.
En cambio, Nuevo León decidió participar en la modernización del país emprendida por el nuevo gobierno, “y aprovechar las oportunidades para expandir sus industrias, beneficiadas por políticas arancelarias que acompañaron la implantación de este nuevo poder”.
Esta es una características permitieron el desarrollo económico de Nuevo León al diversificar su producción y mantener separada la clase empresarial de la clase política, en cambio, en Yucatán el grupo económico se convirtió en el controlador del Estado, perdurando la cultura de depender una sola industria, el henequén. La ex mandataria de Yucatán recalcó que en 1991, durante su periodo gubernamental, disuelve Cordemex como paraestatal porque el henequén ya no era redituable para el estado.
La tesis, dirigida por Carlos Macías Richard, fue aprobada por unanimidad y recibió Mención Honorífica, recomendando su publicación.
(María del Mar Boeta)