La llamada “zona de traslape”, ubicada entre Kanasín y Mérida, muchas veces es ignorada por el deslinde de responsabilidades de las autoridades.
Problemas como las adicciones juveniles y embarazos adolescentes son los más notorios en la comunidad, sin embargo, dos voluntarios del Centro de Desarrollo Integral Juvenil de la Melchor Ocampo han logrado marcar la diferencia.
Antonio Pool, profesional de taekwondo, es vecino del lugar. “Lo conocemos desde hace muchos años. Venía, tomaba cursos, participaba en las actividades y hoy por hoy nos apoya con las clases en las artes marciales”, señala Josué Daniel Cardos Ávila.
“Ha logrado hacer click con los papás y por lo tanto, su trabajo tiene mucha aceptación. Los padres abogan para que sus niños se interesen en la clase. Tenemos 45 alumnos y el maestro no nos cobra un peso”, detalla.
“Viene y lo hace por amor al arte. Lo que busca es aportar su granito de arena en que los muchachos tengan una disciplina, algo bueno qué hacer. Y de verdad, ha cambiado mucho la perspectiva de los papás a lo que sus hijos hacen ahora”.
“Otro joven, Daniel Chuc, viene de lunes a viernes a practicar breakdance, en punto de las ocho de la noche. No tiene vicios, es honesto y respetuoso, siempre asiste con la indumentaria necesaria para bailar”.
“Ha logrado reunir a un grupo de entre 18 y 20 chavos, de 8 a 22 años, y juntos practican breakdance. Si no saben, les enseña, brinda consejos y trata de encauzarlos, que no se metan en problemas y los educa sobre esta forma de expresión urbana”. Josué recalca que tampoco pide un sueldo ni nada a cambio.
Cuando hay problemas de pandillas, las personas acuden al Centro porque necesitan ayuda con la policía. “Si llaman a los de Kanasín, no les hacen caso, si lo hacen con los de Mérida, los mandan a Kanasín”, explica.
(María del Mar Boeta)