Mérida, Yucatán.- En su retorno a esta ciudad, Alexei Volodin demostró sus cualidades que le permiten ser señalado como uno de los mejores pianistas del mundo, al interpretar con la Sinfónica de Yucatán el Concierto No. 3 para Piano y Orquesta de Serguei Prokofiev.
En tres tiempos con una duración de casi media hora, el virtuoso ruso derrochó habilidades y dominio técnico sobre el teclado, pero también sudó la gota gorda ante incontables notas y arpegios de una obra considerada “exigente” para los pianistas.
El Teatro José Peón Contreras albergó de nueva cuenta a este pianista de excepción, tal como lo hizo en el 2014. Como en aquella ocasión, el público yucateco mostró su entusiasmo y expresó su reconocimiento a la impecable ejecución del pianista ruso.
Con Juan Carlos Lomónaco en la batuta, el solista y la orquesta entablaron un diálogo contrastante en armonías, con igual trabajo para las partes, sin que ninguna sobresaliera sobre la otra, como fue el requerimiento del compositor Serguei Prokofiev de origen ruso.
Al final, orquesta y piano entablaron una carrera de arpegios, notas y contrapuntos para alcanzar al unísono, en tutti, un forte, que resonó más allá de las paredes del teatro, en la culminación de una interpretación que arrancó intensas ovaciones y aplausos de los presentes.
Sudoroso, Alexei Volodin se fundió con Lomónaco en un abrazo y saludó al concertino Christoper Collins en señal de gratitud a toda la orquesta por esta lograda interpretación, que el público festejó con euforia.
De esta manera, el pianista ruso refrendó los lauros obtenidos hace dos años cuando interpretó con la orquesta yucateca el Tercer Concierto para Piano de Rachmaninoff, por muchos considerada “imposible”.
Con un currículum impresionante de presentaciones con las mejores orquestas del orbe, el pianista cedió un espacio en su agenda para retornar a la ciudad de Mérida y reencontrarse con los músicos de la OSY, de quienes reconoció en declaraciones previa su nivel de calidad y los progresos alcanzados como sinfónica.
En la parte complementaria, Juan Carlos Lomónaco dispuso una amplia dotación instrumental para interpretar la Quinta Sinfonía de Dimitri Shostakovich, obra compuesta en cuatro movimientos, todos ellos de diversos ritmos y armonías, pletórico de contrastes, pero de gran riqueza musical.
Producto del realismo socialista impuesto por el régimen soviético, la sinfonía estrenada por Shostakovich en 1937 en Leningrado respondió a la estética dictada por Stalin, lo que constituye un fiel testimonio de la producción musical de la época pero al mismo tiempo una obra de calidad incuestionable.
Cuando el género sinfónico parecía haber dado todo de sí, Shostakovicht desarrolla una composición acorde a la cultura popular rusa, pero también imprimió su creatividad que le han permitido trascender en el tiempo.
(Jesús Mejía)