Mérida, Yucatán.- El pianista mexicano Jorge Federico Osorio refrendó con su actuación en el teatro José Peón Contreras ser el más celebre concertista nacional de la actual centuria en escenarios internacionales, al arrancar ovaciones y aplausos de pie con su interpretación del Concierto No. 2 para piano y orquesta de Johannes Brahms.

La Orquesta Sinfónica de Yucatán (OSY) logró un diálogo armonioso, pero también brillantes contrastes, con el piano que sorprendieron al público.

Sin partitura y con el despliegue de una depurada técnica que le permitió sortear con seguridad las dificultades técnicas, Osorio no sólo salió airoso del compromiso, sino que durante 44 minutos dejó atónito al público con la interminable sucesión de corcheas y notas de la que es considerada una de las mejores obras del género.

Radicado en Chicago, Estados Unidos, desde donde emprende su periplo por diversas partes del mundo, Osorio retornó a tierras yucatecas para dejar su impronta, su perenne huella con su interpretación al piano que el público señaló como magistral y propio de sus 50 años de experiencia en el teclado albinegro.

Señalada como una de las más difíciles de interpretar, junto con las de Rachmaninoff y Saint Saens, el Segundo Concierto de Brahms –estrenado en 1881- dejó sin aliento a la concurrencia en determinados momentos, por la vertiginosa sucesión de escalas y la límpida interpretación del mexicano.

Adusto, serio en el semblante, el solista desplegó con sus manos toda la alegoría, los pasajes sublimes, la filigrana del concierto compuesto por Brahms, reconocido pianista y compositor perfeccionista alemán que vivió de 1833 a 1897.

La OSY cerró el programa No. 7 de la actual temporada con la interpretación de la Sinfonía No. 5 que el compositor ruso Serguei Prokofiev estrenó en invierno de 1945 como “una obra escrita sobre la grandeza del espíritu humano”, un signo de esperanza pese a los horrores de la II Guerra Mundial.

Esa creación musical alimentó el espíritu nacionalista de los rusos, después de haber sobrevivido al sitio de Stalingrado y vencido a los nazis, a los que siguió hasta su reducto final, Berlín, en mayo del mismo 1945, que marco el final de la guerra.

Por este contexto histórico, la Sinfonía No. 5 de Prokofiev pasó a los anales de la historia como nacionalista sin ser esa la intención de su compositor.

(Jesús Mejía)