Izamal, Yucatán.- Orgulloso como un niño de primaria con su diploma, monseñor Fermín Emilio Sosa Rodríguez mostró a las autoridades de la Arquidiócesis de Yucatán la Bula Papal de su Santidad Francisco que otorga el mandato para su ordenación como obispo.

Presentó al arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega; al emérito, Emilio Carlos Berlié Belaunzarán, y al obispo auxiliar, Pedro Mena Díaz, así como a otros altos prelados, el pergamino que dicta el ascenso con el fin de que pueda desempeñar su cargo de nuncio apostólico en Papúa Nueva Guinea, en Oceanía.

En la tierra que le vio nacer en 1967 y en el santuario de la Virgen de la Inmaculada Concepción, donde se desempeñó como monaguillo, monseñor Sosa Rodríguez tomó el báculo, de más de 100 años, que usó el primer obispo de Izamal y arzobispo de Yucatán: Crescencio Carrillo y Ancona (1837-1897).

“He querido portarlo para poder también traer el pasado hacia el presente, para que estemos unidos pasado, presente y futuro y vayamos juntos”, reflexionó ante feligreses e invitados especiales, entre ellos el gobernador Mauricio Vila Dosal y su esposa María Eugenia Ortiz Abraham.

El secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin fungió como el portavoz de la ordenanza con la presencia del nuncio apostólico en México, Franco Coppola, y de otros integrantes de la Santa Sede.

Desde el atrio del convento de San Antonio de Padua, en donde hace 28 años, el 11 de agosto de 1993, San Juan Pablo II se reunió con los pueblos originarios de América, monseñor Sosa Rodríguez abogó por las vocaciones sacerdotales.

“En Yucatán se ama a sus sacerdotes; no dejen de rezar por sus sacerdotes, necesitamos oraciones y necesitamos sacerdotes en la mies (cultivos), ya que la mies es mucha y los operarios pocos…”, dijo y rememoró que en 2021 se cumplen 270 años del Seminario Conciliar de Yucatán.

Frente al altar principal con las imágenes del Cristo de la Transfiguración y de Nuestra Señora de Izamal (Mamá Linda), Patrona de Yucatán, así como de San José, el nuevo obispo yucateco compartió el documento oficial del Vaticano a la concurrencia.

Monseñor Sosa Rodríguez es el primer nuncio apostólico mexicano nombrado por el Papa desde el restablecimiento de las relaciones de México con El Vaticano en 1992, y el segundo en la historia del país después de monseñor Luis Robles Díaz, designado entonces titular de la nunciatura en el país de Sudán, África, en 1985.

Durante el protocolo, Monseñor Sosa Rodríguez recibió sobre su cabeza el libro de Los Evangelios que recuerda que como obispo estará sometido a la autoridad de la palabra de Dios.

Posteriormente fue ungido con aceite como símbolo de relación con el Espíritu Santo que le permite, a su vez, ser predicador de las buenas noticias.

Luego recibió las insignias que le corresponden como obispo: el anillo que simboliza la eterna alianza de Cristo con su Iglesia, la mitra sobre su cabeza que representa la santidad de vida y la corona de los bienaventurados y por último el báculo pastoral como ejemplo de Jesús El Buen Pastor, el guiador de las ovejas a la Casa del Padre.

En su mensaje, pidió perdón a quienes no pudieron acompañarlo de manera presencial por causa de la pandemia, pero agradeció que estén cerca con sus oraciones y su participación en las transmisiones en medios digitales y de comunicación.

En su amplia lista de agradecimientos, mencionó a sus padres Norma Rodríguez y Alfonso Sosa, así como a sus hermanos, a todos los izamaleños y a todos quienes lo impulsaron a seguir el camino de Jesucristo en derroteros, dijo, nunca imaginados.

“Desde niño me fui de aquí, sin embargo, nunca corté el cordón umbilical, siempre he regresado, parte de mi familia está aquí…”, explicó.

Especial mención al obispo Mena Díaz y al párroco de María Inmaculada Álvaro García Aguilar, el primero lo recibió en el Seminario y lo acompañó en toda su formación y el segundo por 40 años estuvo junto a él en la misma parroquia.

En poco más de dos horas y media, la ceremonia religiosa reunió a presbíteros, congregaciones y laicos de estados de la península de Yucatán. De unas mil personas previstas en principio, al final sólo se aceptó a 400 como aforo para cumplir las normas sanitarias contra el coronavirus.

Algunas incluso, pese al techumbre, padecieron deshidratación y calor ambiental, por lo que cuando menos una mujer requirió revisión del personal médico.

El acto suscitó interés en la población de Izamal, ya que mucha gente siguió los detalles en pantallas gigantes colocadas en los alrededores del atrio.

(LectorMx)