Mérida, Yucatán.- Próxima a cumplir 90 años, Elena Poniatowska conserva su sencillez, su espontáneo agradecimiento con todo tipo de personas que le dieron la oportunidad de anotar su nombre en el periodismo y la literatura.

En un conversatorio a distancia, organizado por la Feria Internacional de la Lectura Yucatán (FILEY) 2022, la escritora responde a preguntas de la investigadora yucateca Sara Poot Herrera y habla de sus recuerdos, de grandes autores y artistas plásticos, pero menos de sí misma.

¿Qué se siente ser la escritora más famosa de México? ¿Qué se siente ser reconocida en todo el país? ¿Qué se siente ser una constelación literaria?, se cuestiona a la ganadora del Premio Cervantes 2014.

La también activista mexicana no responde a ninguna de esas interrogantes y saca de la memoria luces, vivencias, recepciones y el afecto que ha recibido desde su niñez a la fecha, en el ejercicio de las letras.

“Fui parte de una familia nómada. Lo primero fue conocer a México. Tuve la suerte enorme porque busqué a Octavio Paz. A Carlos Fuentes lo veía en los bailes, no bailaba bien. Después empezó bailar mejor, lo que bailaba era el danzón. Luego conocí a Juan Rulfo.

“Conocía a Octavio Paz que fue muy generoso, muy joven. Manejaba muy mal su propio coche, se subía a la banqueta. Conocí también a Ermilo Carballido, a Josefina Vicens. Fue un privilegio estar en casa de Guadalupe Amor, de Pita Amor”, desgrana la autora de “Hasta no verte, Jesús mío”.

En la charla virtual, Sara Poot se desvive en el elogio hacia su interlocutora y destaca de su obra literaria y periodística “el manejo excepcional del lenguaje y sus metáforas, tu ironía y tu gracia”.

Y sigue: “eres portadora de la voz de los personajes marginados, de los derechos humanos, de la importancia de las mujeres, y otros géneros”, y alude a la “capacidad infatigable de trabajo en ese cuartito rodeada de libros con esa memoria que te permite aumentar la capacidad infatigable de tu trabajo”.

¿Qué se siente ser la escritora más famosa de México?, pregunta la moderadora.

Elena, integrante de una antigua familia de la nobleza polaca, evade otra vez el alter ego y revira que Tongolele, la bailarina, es mucho más bella y célebre, lo mismo las chiapanecas Rosario Castellanos e Irma Serrano.

La creadora de “La Noche de Tlatelolco” prefiere resaltar a Castellanos, quien vio, dice, detalles entre los indígenas que otros no, como la tremenda desigualdad y el maltrato, cuya denuncia, señala, ha sido una aportación en la literatura mexicana.

Y menciona a Sor Juana Inés de la Cruz, pero también a María Félix, Diego Rivera, José Clemente Orozco, Elena Garro, Alfonso Reyes…

¿Qué se siente Elena que en todas partes te reconocen? Cuestiona, insistente Poot, y Elena, desde su casa en la colonia Coyoacán de la Ciudad de México, refuta: “Finalmente no creo, no siento como tú. Ya no salgo mucho por mi edad, voy a cumplir 90 años, no soy una gente muy pública.

“Soy una gente muy agradecida por razones religiosas, de la infancia, pero también porque en la vida he recibido muchos dones, regalos, el propio lugar donde vivo es un regalo fantástico, su plaza con una iglesia, la capilla de San Sebastián, un santo todo cubierto de flechas, menos la partes vitales”, describe.

Esa es Elena, llena de remembranzas, de recuerdos, que habla de todo, menos de sí misma.

(LectorMx)