Mérida, Yucatán.- Proveniente de su natal Francia, donde ha dado mucho de qué hablar por sus propuestas irreverentes y creaciones anti convencionales, alejadas de las corrientes predominantes en las artes plásticas, la creadora Orlan sostuvo un encuentro con alumnos y profesores de la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY).
Mireille Suzanne Francette Porte, su nombre real, irrumpió desde hace más de medio siglo en el mundo del arte por sus controvertidas propuestas, algunas de las cuales exhibe en la sede de la Fundación la Cúpula en Mérida.
En su reunión el martes con estudiantes y profesores yucatecos de diversas disciplinas refrendó su personalidad y la fama ganada tanto en Estados Unidos como en su país de origen, sus lugares de residencia.
Su presencia en Mérida, la tierra de los ancestros mayas –que siempre soñó conocer, según dijo– suscitó interés, curiosidad e incluso morbo, sobre todo al aparecer en escena con un peinado nada clásico, de punta, en forma de flama negra con zapatos rojos de plataforma y el negro predominante en sus prendas de vestir.
Sin atavismos, de abierta personalidad, expuso una breve retrospectiva de su carrera acompañada de imágenes que tuvieron como punto de partida su propio cuerpo, que situaron al espectador en la complejidad del arte de vanguardia. “Soy una mujer orgullosa de la modificación ante el imperio de la ideología dominante”, expresó.
Reconocida por sus performances quirúrgicos en el rostro, del que mostró orgullosa las protuberancias en la parte superior de sus cejas, la artista de su propio cuerpo sostuvo en lengua francesa que parte de su carrera y de sus creaciones están basadas en lo que llamó “el arte de la carne” para lo cual, apuntó, escribió un manifiesto del arte carnal.
Fueron públicas sus intenciones de “estirar parte de su rostro” para imitar la ceja sobresaliente de la Gioconda de Leonardo de Vanci, redondear su barbilla para parecerse a la Venus de Botticelli y moldear su nariz a la manera de la mítica Diana la cazadora.
Sin reserva alguna, la nacida Saint-Étienne el 30 de mayo de 1947 mostró la fotografía del “traje” de su cuerpo desnuda tomada en 1977 frente al Grand Palais, donde invitó a la gente a intercambiar monedas por besos
Pero también rompió con los convencionalismos del arte al mostrar en su plática imágenes de los cuadros de Picasso, en los que puso su propia huella, aspectos de su rostro maquillado combinados con los perfiles cubistas del maestro español, próximo a cumplir, dijo, los 50 años de su muerte.
Sin tapujos, mostró el polémico cuadro del torso y sexo femenino de su compatriota Gustavo Coubert, titulado “El origen del mundo”, y antepuso uno propuesta propia, similar, con el miembro masculino, con el título “El origen de la guerra”. “Perdón por los hombres que se encuentran en esta reunión”, expresó.
“Soy artista, activista y feminista”, afirmó ante la audiencia que ocupó casi en su totalidad uno de los auditorios habilitados de la ESAY, en la que manifestó su rechazo a las religiones “porque están hechos por los hombres para los hombres a fin de conservar el patriarcado”.
Igual habló de su repudio a aquellas formas de esclavitud sexual y de la casa en una época en esta forma de sometimiento está abolida.
Al final, la creadora de 75 años sostuvo un diálogo abierto con la comunidad de la ESAY, encuentro organizado por la Fundación La Cúpula y la Secretaria de Cultura y las Artes del gobierno del estado.
(LectorMx)