Luxemburgo, un país de 600,000 habitantes interesado en diversificar su economía, muy vinculada al sector financiero, se convirtió hoy en el primer Estado miembro de la Unión Europea (UE) en dotarse de un marco jurídico para regular la futura minería espacial y el segundo del mundo, tras Estados Unidos.
Los diputados del Gran Ducado aprobaron a mediados de julio, con 55 votos a favor y dos en contra, una ley que empieza a aplicarse desde el 1 de agosto y que establece las normas para aportar certidumbre a las compañías que sueñan con hacer beneficio en un sector emergente que se conoce como nuevo espacio (“new space”).
La ley, que no afecta a la regulación de las comunicaciones por satélite, garantiza a las empresas privadas registradas en el país la propiedad sobre los recursos que exploten en asteroides y otros cuerpos espaciales cercanos a la Tierra, como minerales, hidrocarburos o agua.
Para proteger sus inversiones, las firmas interesadas en esas actividades deberán registrarse en el Gran Ducado y obtener una autorización del Ministerio de Economía para utilizar esos recursos en el “planeta azul” o en bases en el espacio.
El texto se alinea con la regulación que Estados Unidos aprobó en 2015 y que también reconoce la propiedad de los recursos sólo una vez extraídos, para evitar entrar en conflicto con el Tratado del Espacio Exterior, de 1967.
Adoptado antes de que el ser humano llegara a la Luna en 1969 y en plena carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética, ese pacto internacional prohíbe que las empresas reclamen como propios territorios en el espacio.
“Algunas de las leyes internacionales sobre el espacio se redactaron hace mucho tiempo, bastante antes de que aprovechar los recursos espaciales se convirtiera en una opción realista”, indica el Gobierno de Luxemburgo.
Su ministro de Economía, Etienne Schneider, considera que la “incertidumbre legal necesita clarificación” para que inversores y clientes sepan a qué atenerse.
No obstante, naciones como Rusia o Brasil han criticado el marco jurídico adoptado por EU, en el que se ha inspirado este país europeo, en foros como el Comité para Usos Pacíficos del Espacio Exterior de la ONU, al considerar que viola la legislación internacional.
Pero Luxemburgo considera lícita su regulación, adoptada después de que empresas como las estadounidenses Deep Space Industries y Planetary Resources, la japonesa Ispace o la germano-luxemburguesa Blue Horizon se hayan instalado en ese pequeño Estado situado entre Francia, Bélgica y Alemania.
Además, el país centroeuropeo controla unos 25 millones de euros del accionariado de Planetary Resources y un 17 % del capital de la Sociedad Europea de Satélites, y el pasado abril anunció la creación de una agencia espacial nacional en 2018 y de un fondo de inversión para financiarla.
“El Gran Ducado refuerza así su posición como polo de exploración y utilización de los recursos del espacio”, declara Schneider sobre el nuevo marco jurídico, para cuya elaboración contó con la asesoría, entre otros, del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y del exdirector de la Agencia Espacial Europea (ESA) y antiguo astronauta francés Jean-Jacques Dordain.
El sucesor de Dordain en la ESA, el alemán Johann-Dietrich Wörner, ha afirmado en varias ocasiones que apuesta por construir una base permanente en la Luna, como parte de una futura estación espacial internacional.
Son los primeros pases de la fiebre del oro que se supone pude desatarse en los cerca de 9,000 asteroides próximos a la Tierra, de los que se podría extraer agua y elementos como platino, cobalto, antimonio, zinc, estaño, plata, plomo, indio, oro o cobre.
Su explotación efectiva está aún lejos de convertirse en una actividad económica rentable, pero ya no se trata de ciencia ficción, sino de una realidad que empieza a esbozar una futura competición internacional por los recursos del espacio exterior.
La ESA ya logró en noviembre de 2014 que el módulo Philae de la sonda Rosetta aterrizara en el cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko, tras una década de viaje espacial.
Y en septiembre de 2016, la NASA estadounidense lanzó la sonda Osiris-Rex rumbo al asteroide Bennu, de donde esperan que regrese con muestras para ser analizadas en la Tierra en una misión similar a la de la japonesa Hayabusa 2 en el asteroide Ryugu, de donde volverá en 2018.
(vanguardia.com.mx)