Mérida, Yucatán.- La singular pirámide de Uxmal, conocida como “El Adivino”, que estuvo a punto de derrumbarse por la fuerza del huracán “Gilberto” en 1988, se encuentra restaurado, reforzado y preparado para enfrentar una tormenta de proporciones similares, aseguró el arqueólogo José Huchim Herrera.
Señalado como uno de los más mortíferos y devastadores del siglo XX de la región del Atlántico y Caribe, “Gilberto” dejó a punto del colapso total una de las estructuras más emblemáticas de la cultura maya, pero más de 13 años de trabajos de restauración la han consolidado, recalcó.
En su conferencia “La afectación del huracán Gilberto a la pirámide de El Adivino de Uxmal”, con motivo del 80 aniversario del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), resaltó la participación multidisciplinaria de expertos en la restauración y salvaguarda de ese vestigio.
Al mencionar que el huracán alcanzó la categoría máxima, 5, con vientos hasta de 295 kilómetros por hora y un radio de destrucción de mil 250 kilómetros, rememoró que ese edificio, construido en capas superpuestas, quedó fracturado en su parte superior en inminente derrumbe, lo que ocasionó una reacción inmediata de un numeroso grupo de arqueólogos y especialistas.
El investigador expuso que en la actualidad la estructura se encuentra firme gracias a los trabajos de remodelación y reforzamiento de tal forma que es muy posible que pueda soportar en el futuro un huracán de dimensiones y fuerzas similares a “Gilberto”.
El arqueólogo resaltó que El Adivino es singular, el único conocido con planta ovalada en la cultura maya, 35 metros de altura y una base de 53.5 metros en el lado mayor, resultado de cinco ampliaciones pertenecientes a distintas etapas y estilos decorativos, entre los que se encuentran el Petén, Usumacinta, Río Chenes y Puuc.
En la parte superior de la pirámide se ubica un templo con elementos de crestería o coronación, y contiene representaciones del dios Chac (deidad del agua y de la lluvia).
Huchim Herrera comentó que el área de devastación incluyó algunas estructuras de zonas arqueológicas de la zona Puuc del sur de Yucatán, particularmente en Sayil y Labná, pero recalcó que el mayor daño sin duda alguna fue en El Adivino de Uxmal.
Refirió que contrario a la percepción general de la sociedad actual que ve en los huracanes una fuerza destructiva y mortífera, los antiguos mayas veían en estos eventos un beneficio de los dioses que proveían lluvia y agua en abundancia para sus ciudades asentadas en la Península.
Muchos de los pueblos mayas, abundó, subsistían gracias a las reservas de agua de lluvia, sobre todo los de la zona Puuc, de ahí que ese tipo de temporales eran considerados benéficos tanto para la agricultura como para los pueblos.
Como ejemplo de la percepción benefactora que tenían los mayas sobre los huracanes, citó que algunas estructuras de Uxmal tienen o presentan glifos y grabados que simbolizan el aire y los vientos fuertes.
De esa forma proyectaban su percepción acerca de los huracanes que en otros lugares del mundo son conocidos como ciclones o tifones, indicó el reputado arqueólogo del INAH.
(Jesús Mejía)