Por: María del Mar Boeta
Casa: Un edificio para habitar.
Visualizamos la casa, el hogar, como una propiedad. Sabemos que la necesitamos y podemos pasarnos la vida pagando una de ellas.
Cecilia Gómez Osalde indica que la “casa va más allá de ser un área arquitectónica, estructuras que dan entrada a un espacio físico en donde se arman infinitas historias. A partir de mi cotidianidad percibo la casa como un lugar prodigioso, un lugar que se vuelve un mundo en el que todos tienen acceso”.
Esas palabras son las que utiliza la autora para abrir su exposición “Casa, memoria y corrosión” que se puede apreciar en la sala Esay del Museo de Arte Contemporáneo García Ponce-Macay como parte de sus exposiciones temporales.
Estudiante de la Licenciatura en Artes Visuales de la Escuela Superior de Artes de Yucatán, en esta muestra aplica diferentes técnicas de grabado y fotografías con las que transmite la sensación de que el alma está en proceso de diluirse, llevándote a reflexionar sobre la verdad de esos objetos que te rodean, a los que no se les presta atención, pero que se están llevando una parte de tu historia.
Caminando unas cuadras más nos encontramos en el Museo de la Ciudad donde están dos exhibiciones que a través de los colores presentándonos visiones de la realidad cotidiana. En “Carlos Jorge Pintura 2014-2016”, las obras del artista son presentadas en grandes formatos.
En las propuestas del artista es notoria su fascinación por los animales, especialmente el pulpo, quien es protagonista es numerosos óleos donde la intensidad de los colores te elevan de la tierra y producen tranquilidad y evasión en el espectador, transformándose en un agradable espectáculo. Carlos Jorge refleja el mundo en el que creció combinándolo con las raíces precolombinas.
En el mismo edificio de ex Correos está “Llamada perdida” de Renato González, cuyo trabajo se ha publicado en varias partes de México y el extranjero y ha sido comparado con los lienzos de Cezzane, Manet, Kandinsky y Klee.
Los proyectos del autor, que está vigente desde la década de los setenta, tienen una fuerte connotación psicológica, como el Autoretrato, trabajo pertubador pero a la vez tan atrayente que no puedes retirar la mirada..
Las tres muestras son temporales así que no hay tiempo que perder para disfrutarlas.