Mérida, Yucatán.- Con un mensaje de positiva y constructiva vecindad que debe prevalecer entre México y Estados Unidos, la Orquesta Sinfónica de Yucatán (OSY) interpretó música de reconocidos autores de ambos países, tanto de Silvestre Revueltas y Manuel M. Ponce, como de Aaron Copland.
A tono con el marco de negociaciones comerciales y controversias en torno a la construcción de un muro, así como el estira y afloje en la relación bilateral, la máxima agrupación artística del estado expuso que en la música no hay barreras y dispuso la interpretación de clásicos de dichos compositores vanguardistas.
La OSY, integrada en mayoría por atrilistas extranjeros, entre ellos estadounidenses, además de mexicanos, da muestra, afirmó el director Juan Carlos Lomónaco, de la estrecha relación existente entre ambos países no sólo en lo cultural sino en lo económico y en otras áreas.
En la primera parte del programa, la OSY interpretó primero Sensemayá de Silvestre Revueltas (1899-1940), basada en el poema homónimo del poeta cubano Nicolás Guillén, pero con una fuerza musical avasalladora que recordó a La Consagración de la Primavera del genial compositor de origen ruso nacionalizado estadounidense Igor Stravinsky.
De Manuel María Ponce (1882-1948), insigne autor zacatecano, el colectivo interpretó el Concierto para violín y orquesta con la participación como solista de Emanuel Salvador, uno de los más destacados músicos portugueses para ese instrumento.
En la parte complementaria, la OSY deleitó con Salón México, de Aaron Copland (1900-1990), tema inspirado en su visita en 1933 a la legendaria catedral del danzón ubicada en el corazón de la Ciudad de México.
Copland se interesó mucho por la cultura mexicana, que incluso aprendió hablar el español y quedó fascinado con la belleza y las expresiones culturales de Xochimilco, Tlalpan, Cuernavaca y otros sitios significativos de México.
Para completar este mensaje de amistad que debe prevalecer entre México y Estados Unidos, la OSY ofreció del mismo compositor la Suite Billy The Kid, que incluyó canciones populares de los vaqueros, como The Old Chisholm Trail, Old Paint y The Dying Cowboy, “una verdadera obra bailable, de gran colorido musical estadounidense”, según escribió el propio Copland.
(Jesús Mejía)