Por Adela Mac Swiney González

Madrid, España.- Los ecólogos Sandra Díaz, de Argentina; Sandra Lavorel, de Francia y Mark Westoby, de Reino Unido, fueron distinguidos con el Premio de la Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación por catalogar los rasgos de las plantas y sus funciones en los ecosistemas de todo el planeta.

Los tres galardonados vincularon la función de las plantas en el ecosistema con sus características físicas, como la altura, el tipo de hoja o el tamaño de sus semillas, e identificaron así cómo se relacionan estos grandes rasgos de la biodiversidad vegetal en todo el planeta.

El catálogo de estos rasgos funcionales se ha convertido hoy en una gigantesca base de datos sobre unas 200 mil especies de plantas, alimentada y usada por investigadores de todo el mundo, por ejemplo para modelizar el impacto del cambio climático en los ecosistemas y buscar la forma de mitigarlo.

La “ecología de los rasgos” que han impulsado los tres premiados está mejorando el diseño y la eficacia tanto de los estudios para identificar y cuantificar los beneficios de los ecosistemas para las personas, como los esfuerzos de conservación de la biodiversidad.

El acta del jurado, presidido por Emily Bernhardt, titular de la Cátedra James B. Duke y directora del Departamento de Biología de la Universidad Duke (Estados Unidos), resaltó, por todo ello, que los galardonados han realizado “aportaciones extraordinarias a la descripción y preservación de la complejidad de la vida en la Tierra”.

Los galardonados, de manera independiente y también colaborando, centraron su investigación en relacionar la función de cada planta en el ecosistema con rasgos físicos medibles, como la altura, el tipo de hojas o el tamaño de sus semillas, e identificaron así, patrones en la diversidad funcional de las especies, a nivel global.

El catálogo de estos rasgos funcionales se ha convertido hoy en una gigantesca base de datos, alimentada y usada por investigadores de todo el mundo para, por ejemplo, modelizar el impacto del cambio global en los ecosistemas, y buscar la forma de mitigarlo.

Ante la dramática pérdida actual de biodiversidad, los tres galardonados coincidieron en la necesidad de actuar con urgencia. “El funcionamiento del tapiz de la vida en la Tierra, del que todos formamos parte, está amenazado, y no podemos tener un futuro razonable sin él”, advirtió Díaz (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina).

“No es demasiado tarde para actuar, pero la ventana de oportunidad se cierra rápido, lo que hagamos en las próximas décadas será determinante”, dijo.

Westoby (Hayes, Middlesex, Reino Unido, 1947), señaló por su parte que

ve las especies como un valiosísimo legado de la evolución de la vida en un planeta que hay que preservar.

“De media, una especie tiene un millón de años de historia; durante todo ese tiempo cada especie ha estado resolviendo problemas de maneras diversas, así que cuando pierdes especies, es como quemar bibliotecas, o como arrasar monumentos históricos con una apisonadora, aunque yo diría que es algo mucho peor, porque estamos hablando de la historia profunda de la vida en la Tierra; y corremos el riesgo de perder muchas de ellas a lo largo de los próximos años”, anotó.

Sandra Lavorel concluyó que “la biodiversidad es, en efecto, una ‘biblioteca de la vida’ que ni siquiera conocemos todavía en su totalidad y hoy se encuentra seriamente amenazada: “Todos sabemos hoy que es extremadamente urgente revertir la tendencia actual si queremos evitar el hundimiento de nuestro actual Arca de Noé”, puntualizó.

(LectorMx)