Mérida, Yucatán. – Tiene el físico de un luchador, robusto, que rebasa el 1.70 metros de estatura, de aspecto fiero, serio, pero fue capaz de arrancar del piano notas sublimes de Chopin, y cautivar al público como lo hizo Marian Sobula en su presentación con la Sinfónica de Yucatán.
El virtuoso polaco se presentó como solista con la Orquesta Sinfónica de Yucatán en la interpretación del Concierto No 1 para piano y orquesta del compositor y paisano suyo Frederic Chopin, bajo la batuta de Juan Carlos Lomónaco, en un recital que agradó a los asistentes del Teatro José Peón Contreras.
Con inefables rasgos de melancolía, propios de la obra estrenada por el propio compositor en 1830 en el Teatro Nacional de Varsovia, el pianista interpretó con seguridad, firmeza cuando se requería y con suavidad en los pasajes sublimes los tres tiempos de la composición.
Aun cuando algunos críticos consideran secundaria la participación de la orquesta, lo cierto es que la obra revela una integración que no es posible valorar la sinfónica sin el piano y viceversa y en 40 minutos, tanto el solista como los instrumentistas capturaron la atención del público.
La interpretación del Concierto No 1 para piano y orquesta catalogado como opus 11 en la tonalidad de Mi menor permitió corroborar la vigencia del romanticismo musical de Frederic Chopin fallecido hace 167 años, ya que los asistentes respondieron al final con euforia y nutridos aplausos.
Nada petulante ni grandilocuente, Marian Sobula supo explotar la exquisitez, los pasajes sublimes, cargados de romanticismo, del concierto de piano, fruto de la genialidad del compositor Chopin cuando tenía 20 años de edad.
El público reconoció con una marea de intensos aplausos el dominio técnico y las cualidades de intérprete al piano del solista invitado. En respuesta, el pianista interpretó un encore, el Preludio en Mi Menor No. 4 Opus 28, una obra corta pero cargada de sensualidad y nostalgia.
Marian Sobula mostró sus calidades que le han permitido formar parte del circuito internacional de pianistas, donde se codea con los chinos Lan Lang y Yuja Wang y con el ruso Alexei Volodin, de quienes dice mantiene una sólida amistad.
El concierto también demostró con este recital que Chopin es uno de los grandes favoritos de los amantes de la música. Su romanticismo es reconocido en su pléyade de obras que el autor puso por nombres genéricos a las mazurcas, polonesas, impromptus, preludios y otros.
En la parte complementaria, la OSY con Juan Carlos Lomónaco al frente logró una brillante interpretación de la Octava Sinfonía de Antonín Dvorak, en sus cuatro movimientos, los cuales están pletóricas de danzas y expresiones populares musicales de la natal Bohemia del autor.
Poco conocida esta obra, la Octava Sinfonía gustó a los presentes, de tal forma que la OSY continúa su fortalecimiento al incluir creaciones casi desconocidas pero de gran valor estético.
La OSY abrirá un receso para participar en el Festival Internacional de la Cultura Maya en sendos conciertos de Filippa Giordano el 13 de octubre en la Plaza Grande y la presentación del Concierto de Aranjuez con el guitarrista Cecilio Perera en el Peón Contreras el 23 de octubre.
El próximo programa estará integrado por la “Obertura Trágica” de Johannes Brahms, Concierto para Violín No. 1 de Max Bruch y la Sinfonía No. 6 “Patética” de Piotr Ilich Tchaikovsky, que la OSY presentará los días 28 y 30 de octubre.
(Jesús Mejía)