Por Adela Mac Swiney González

Madrid, España.- La organización conservacionista World Wildlife Fund (WWF) alertó de que las poblaciones de fauna salvaje han caído una media del 68 por ciento desde 1970 al presentar el informe Planeta Vivo 2020 que revela que el ser humano está destruyendo la naturaleza a un ritmo sin precedentes.

WWF publica hoy la nueva edición de su informe bienal “Planeta Vivo”, un referente mundial que sirve de termómetro para medir el estado de salud de la Tierra.

El estudio, en el que han participado más de 125 expertos de todo el mundo, advierte que las principales amenazas para las especies que aparecen en el informe están directamente relacionadas con las actividades humanas, incluida la deforestación, la agricultura intensiva y el tráfico de especies.

Durante las últimas décadas, apuntó, la actividad humana ha dañado gravemente los hábitats y los recursos naturales de los cuales dependen la vida silvestre y la humanidad, como los océanos, los bosques, los arrecifes de coral, los humedales o los manglares.

El informe destaca que esta situación es especialmente grave en la región de Latinoamérica y Caribe, donde se ha producido un descenso medio del 94 por ciento. También el dato relativo a las especies de agua dulce es muy preocupante, ya que la caída alcanza el 84 por ciento.

El estudio analizó la evolución de 20 mil 811 poblaciones de cuatro mil 392 especies diferentes de vertebrados, lo que supone casi 400 especies nuevas y cuatro mil 870 poblaciones más que el informe anterior, con una mayor representación en la mayoría de las regiones y grupos taxonómicos, particularmente de especies de anfibios.

También destaca el dramático descenso de las poblaciones de plantas, con un riesgo de extinción comparable al de los mamíferos y más alto que el de las aves, junto al súbito y reciente descenso de las poblaciones de insectos, su distribución y biomasa.

Además, el análisis se hace público en un contexto de crisis sanitaria mundial en el que ya ha quedado demostrado que enfermedades como el coronavirus Covid-19 están vinculadas de forma directa con la destrucción de la naturaleza y de hecho, proteger la riqueza natural del mundo se convierte en el mejor antivirus para evitar futuras pandemias.

El director General de WWF Internacional, Marco Lambertini, señaló que “en medio de esta pandemia, ahora es más importante que nunca poner en marcha una acción mundial coordinada y sin precedentes para detener y comenzar a revertir la pérdida de biodiversidad para finales de esta década. Nuestra propia supervivencia depende cada vez más de ella”.

Este año el informe analiza además la evolución de las Contribuciones de la Naturaleza a las Personas (CNP), es decir, los bienes y servicios que ofrece la naturaleza y de los que depende la supervivencia, como la regulación de la calidad del aire, la polinización, la generación de recursos medicinales o de alimentos, la creación de hábitats o el control del clima.

WWF sostuvo que la huella humana está llegando a todos los rincones del Planeta y en los últimos 50 años, el mundo se ha visto drásticamente transformado por una explosión del comercio y el consumo a nivel global y por el aumento de la población humana, así como por una expansión urbanística acelerada.

De hecho, el 75 por ciento de la superficie terrestre no helada ha sido modificada por el hombre y los últimos lugares vírgenes se concentran en apenas unos pocos países, Rusia, Canadá, Brasil y Australia.

“La conclusión es clara: la naturaleza está siendo transformada y destruida a una velocidad sin precedentes en la historia, con un coste muy alto para el bienestar del planeta y de la humanidad. La pérdida de biodiversidad es un auténtico reto para la economía, el desarrollo y la seguridad global”, señaló Enrique Segovia, Director de Conservación de WWF España.

En esta línea, el informe subrayó que todos estos cambios amenazan también la seguridad alimentaria, por lo que es urgente tomar medidas para transformar el sistema agroalimentario mundial.

Por ello, el gran reto consiste en modificar las prácticas agrícolas y pesqueras, ya que buena parte de ellas son insostenibles, en unas que produzcan los alimentos que se requieren y conserven la biodiversidad. Para el caso de la agricultura, esto supone aplicar prácticas agroecológicas, reducir el uso de químicos, fertilizantes y plaguicidas, así como proteger los suelos y los polinizadores.

Segovia remarcó que “sabemos que esta gran transformación requerirá un esfuerzo colectivo global sin precedentes; que el aumento de los esfuerzos de conservación es imprescindible, pero que debe sumarse a los cambios en la forma de producir y consumir nuestros alimentos y energía”.

Hizo hincapié en que “los ciudadanos, los gobiernos y los líderes empresariales de todo el mundo deberán formar parte de un movimiento por el cambio con una escala, urgencia y ambición nunca antes vistas”.

(LectorMx)