Por: Bernardo Caamal Itzá
Si tan solo en esta noche reflexionemos de lo importante es el yakunaj- el amor ejercido desde nuestra cultura maya-, en su ejercicio individual y colectivo; de inicio, cómo promover el amor en vez del odio; lo colectivo en vez de lo individual, y cómo cultivar en nuestros niños esas semillas del na’at (el saber)y el tsíikbal (gran poder del dialogo). Estoy seguro que el primer impacto de este compromiso será en nuestra consciencia y el poder que tenemos al actuar.
Resultados directos, es la reducción del consumo desmedido del alcohol y las drogas ya que valoraremos lo que significa el kuxtal (la vida) ante los retos del compromiso que tenemos para vivirla, además se valoraría el patrimonio de los otros como parte de un gran proceso para la construcción social, y los robos disminuiría y de igual forma la violencia, en si se promovería una cultura de paz en nuestra comunidad.
Por su parte, nuestros niños al ser acompañados por sus seres queridos no solo los conocerían sino que tendrían experiencias mutuas y sin perder de vista la transmisión del conocimiento y de la cultura familiar y comunitaria, eso significa disminuir el abandono a su suerte a los actores de la comunidad en donde cada uno de nosotros tenemos derechos y obligaciones, y en suma esa responsabilidad de responder al concepto baxten wiiniken -porque soy humano- y no un títere, sino alguien capaz de proyectar luz y energía para sumar y trabajar con los suyos y vivir la vida en paz.
Si tan solo nos comprometiéramos a iniciar a partir de este momento, cuantas cosas no cambiarían en nuestras vidas, al final, todos queremos ser felices ¿Y porque no nos atrevemos a buscar esa felicidad con los nuestros empezando desde el terreno individual?
(Comunicado)